Celebration (1974)
Es muy probable que mucha gente no haya oído hablar de la Premiata Forneria Marconi (PFM). Algo que puede ser muy normal, ya que, aparte de dedicarse al rock progresivo, un tipo de música poco popular en este país, es una banda italiana, lo que la puede hacer todavía más desconocida. Pero pese a todo esto, la PFM convivió con las grandes bandas del rock progresivo de los años 70 y no les fue a la zaga.
Quizás alguien se pregunte, cómo un chico de provincias como yo, pudo llegar a conocer a esta banda. Ninguno de mis amigos de Palencia la conocía, ni creo que llegaran a conocerla. La razón de mi interés es sencilla, por un lado, la Universidad Laboral de Cheste fue, para mi, un manantial donde beber de las diversas fuentes musicales, no solo del Hard Rock, que fue la principal, sino también del rock progresivo y de bandas como Pink Floyd, Yes, Jethro Tull, The Moody Blues, King Crimson, Genesis o Emerson, Lake & Palmer. Por otro lado, siempre estaba Radio Nacional de España y su programa "Para vosotros jóvenes", en el que iban apareciendo diversos grupos musicales. La PFM fue uno de ellos y su nombre me llamó la atención. Era un nombre muy sonoro y tenia un aire diferente, así que empecé a investigar sobre ellos y comencé a seguirlos, hasta que me enganché a su música y terminé por convertirme en un friki (nadie escuchaba en mi ámbito a la Premiata Fornería Marconi).
Los cabras locas (1976)
Ayer murió Forges (Antonio Fraguas de Pablo). No se me ha ocurrido otra cosa para homenajear a tan insigne persona que utilizar un disco, que ya fue un homenaje, realizado por Luis Eduardo Aute y Jesús Munárriz junto con Rosa León, Teddy Bautista y Julia León. El disco se títuló Forgesound y se publicó en el año 1976.
Me ha costado un poco decidir que canción escoger, al final he escogido Los cabras locas, porque siempre me pareció muy divertida, no solo por el texto, sino también por la música, un charlestón, que es algo informal y divertido, como era el propio Forges.
Don't Look Back (1978)
Cuando el calambrazo de un micro te muestra el camino a seguir
Vuelvo al año 1978, esto se está convirtiendo en algo recurrente, ya lo he dicho en otras ocasiones, el 78 fue un año especial. Así es que, olvidándome de la recomendación de la canción, miraré de nuevo atrás, de nuevo al año 78.
Don't Look Back de Boston fue una canción, que me presentó mi amigo Carlos, como una propuesta para las galas del grupo y creo que no la olvidaré en toda mi vida. La causa de ello no fue otra que el calambrazo que me propinó el micrófono en plena actuación, justamente al atacar el segundo verso del estribillo "I see beyond the road I'm drivin", y que me hizo ver el camino que debía seguir. Hasta tal punto llegó la cosa, que algunas personas del público consideraron el hecho y mi reacción como una muestra de mi pasión interpretativa (vamos que no se dieron cuenta del calambrazo, pero sí de mi reacción).
A partir de esta canción, Boston fue entrando en mi vida. Me llamó la atención esa especie de hard melódico, duro, potente, pero suave a la vez. Un rock perfectamente comercial, como lo demuestra que el álbum fuera uno de los 25 más vendidos en los años 1970, con más de 7 millones de copias.
Cum On Feel The Noize 1973
Seremos salvajes, salvajes, salvajes
El otro día un antiguo compañero del colegio lince de la Laboral de Cheste hacía referencia, en la página de una conocida red social, a esta canción y cómo era utilizada para despertarle por las mañanas. Inmediatamente, algunos del colegio oso (los osos seguimos siendo así) saltamos como resortes a comentar su "post", nosotros también escuchábamos esa canción.
La canción, que ocupa un espacio en nuestra memoria, todavía impregna nuestra piel. Nos acompañó en tantos despertares, en tantos momentos en los que unos quinceañeros escuchábamos y cantábamos a voz en grito: "Cum on, feel the noise, Girls rock your boys, We'll get wild, wild, wild!, Wild, wild, wild!"
¡Qué gran pieza! Cum on, feel the noise una de las grandes de los Slade, maestros del "glam", sencillamente inigualables.
Never Can Say Goodbye (1974)
Si no puedes decir adiós, di hasta siempre.
Hubo un tiempo en el que incluso escuchaba música disco. No es que la música disco me gustara mucho, pero era la que ponían en las discotecas, y, en aquella época, cuando uno era un adolescente, la disco era un lugar que se solía visitar. La disco era un lugar donde se podía intentar ligar y echarse unos bailecitos, de aquellos agarraos, con aquella chica de tímida mirada y cuerpo de ola. Aquella muchachita, que cuando nos sonría, o cuando nos miraba con aquellos profundos ojos negros, hacía que nuestro torrente sanguíneo se inundara de adrenalina y otros neurotransmisores.
Pero a la disco no se iba solo a intentar ligar y a bailar pegados (es bailar) como decía Sergio Dalma, también se iba a echar un rato y a mover el esqueleto al ritmo de música disco de mediados de los 70.
El país de la luz (1978)
Hay veces en las que uno hace locuras.
El otro día hice una locura cuando paseaba a mi perro. Es posible que no tenga edad para hacerlas o quizás, porque ya tengo una edad, no me importa hacerlas. El caso es que, justo cuando me disponía a pasear a mi perro por la noche, me vino el recuerdo de una canción. No lo pude resistir y me fui a recoger mis auriculares, para buscarla en youtube y escucharla por la calle.
Hacía años que no la escuchaba y más años que no la cantaba. De pronto, me puse a cantarla acompañando la música, que sonaba a través de los auriculares. Me crucé con algunas personas por la calle, pero no fui consciente de que me miraran. Es más estaba tan sumido en la canción, que ni me importó ni me di cuenta de si estaba dando la nota. Los recuerdos del 78 volvieron a fluir de mi memoria, tan frecos como si no se hubieran ido, a la par que la melodía se filtraba en mis oídos y salía por mi boca. Como por arte de magia, fui capaz de reproducir aquellos acompañamientos vocales, que antaño realizaba junto a mi amigo Carlos.