Categoría: "Zamora"
The Allman Brothers Band "At Fillmore East" (1971)
Cuando allá por el 76, después de haber leído sobre ellos en varias revistas musicales, cayó en mis manos el álbum en directo "At Fillmore East", solo pude decir, ¿cómo he podido pasarme siete años sin escuchar a esta gente? Escucharlos por primera vez fue una experiencia fantástica, me encantó ese rollo blusero, jazzy y country que rezuma en el disco. Luego pude conocer "Brothers and Sisters", también fantástico, y luego alguno más. Más tarde pasarían por diferentes periodos de crisis y ya les perdí la pista. Aunque siguieron publicando buenos álbumes.
The Doobie Brothers "The Captain and Me" (1973)
Los hermanos porretas, es decir The Doobie Brothers, denominados así, como se puede suponer, por su relación con el consumo de marihuana. Originarios de San José, California, se dedicaron, en un primer momento, ha hacer country rock y rock sureño, para luego ir introduciendo funky, R&B, gospel, blues o soul, y regresar finalmente al country rock. Estos chicos han tenido este año, en la la 35ª Edición, la fortuna de ser elegidos para ingresar en el Salón de la Fama del Rock & Roll
A diferencia de los Creedence, no fueron muy conocidos en España. No creo que el hecho de que la censura franquista prohibiera el título What were once vices are now habits álbum de 1974, porque los vicios fueron siempre vicios, fuera el causante de esta falta de seguimiento hispano.
Storm "The Storm" (1974)
"It´s rock and roll music", así comienza en un inglés un poco macarrónico esta canción "It's all right" , ¡qué le vamos hacer!, es lo que había en la época. Pero es que nadie o casi nadie hacia algo que se pareciera al rock duro o al a heavy metal (Bueno, quizás Tapiman, pero no tuve el gusto de conocerlos hasta muchísimo más tarde).
Cuatro chicos de Sevilla: Ángel Ruiz Geniz (guitarra); Diego Ruiz Geniz (batería); José Ramón Torres (bajo) y Manuel Muriel Rivas (Teclados) formaron Storm, el grupo responsable de esta canción.
El pueblo unido jamás será vencido (1974)
Corría el año 1975, no recuerdo con exactitud si ya había muerto el caudillo o estaba a punto. Eran años revueltos, en los que descubrí una nueva realidad política, una nueva forma de afrontar la realidad. que de alguna manera extraña había ido anticipando en mi infancia. Y con todo ello, conocí esta canción, El pueblo unido jamás será vencido de Quilpayún.
El movimiento de la izquierda estaba por todas partes, bullía alrededor nuestro. Militantes de partidos clandestinos, curas comunistas con un cristianismo de nuevo cuño, misioneros que nos hablaban de injusticias y pobreza, de dictaduras y de revolución. Y allí estábamos nosotros, alucinando, entusiasmados con la posibilidad de participar en la construcción de un nuevo futuro, dispuestos a emprender la revolución cuando fuera necesario. Todavía recuerdo nuestros planes para ir a Chile y participar en el derrocamiento de Pinochet.
La dictadura chilena era nuestra referencia, nos la habían contado de primera mano, nos la habían mostrado en documentales. Las imágenes del asalto al Palacio de la Moneda, de Salvador Ayende con el casco puesto y su AK-47 colgado del hombro, el asesinato de Víctor Jara, los miles de presos encarcelados en el Estadio Nacional. Creo que esas imágenes no se borrarán nunca de mi memoria. Todo eso hizo de la situación chilena se convirtiera en todo un mito para nosotros y que Pinochet fuera el dictador más odiado. Nuestra juventud, nuestro romanticismo idealista hizo el resto.
Hoy ya pasados muchos años, nuestras ansias de revolución se han apagado, quizás convencidos de que la revolución no es posible, de que como diría un castizo "nos tienen cogidos por los güevos". Quizás por eso, en el día siguiente a la celebración de la República, es bueno que no espoleemos y nos sacudamos nuestra relajación. Es bueno que dejemos de pensar, que todo está OK, porque realmente no lo está. No es cuestión de volver a los conceptos del pasado, hay que repensar la revolución desde las nuevas circunstancias en las que nos encontremos y quizás necesitemos mentes más jóvenes, con una nueva visión más ajustada a las nuevas circunstancias. El futuro es de los jóvenes, porque los jóvenes son el futuro. A nosotros lo que nos queda empujar desde la retaguardia, que no es poco.
Por eso hoy quiero recordar con esta canción, de tan grato recuerdo. Esta canción que cantamos tantas veces con las mandíbulas tensas, las venas henchidas de pasión y el corazón latiendo a mil por hora. Que recordemos todas aquellas cosas, que teníamos tan claras y hemos ido olvidando. Que esta canción sea un recuerdo que nos empuje hacia el futuro. El pueblo unido jamás será vencido.
Dust in the Wind (1978)
¿Acaso somos algo más más que polvo en el viento?
Hay canciones que en tu vida han sido icónicas, Dust in the Wind es una de ellas. Realmente fue una canción de éxito, aunque Kansas no fue un grupo de éxito continuado. Esta canción mítica, que se fue número uno por todos los lados, permitió a Kansas convertirse en uno de los grupos rock de mayor éxito de su época. Recuerdo como hablábamos de Kansas como un grupo especial y de Dust in the Wind como una canción que tenías que tener en tu repertorio, cuando tocabas la guitarra.
La canción lo tenía todo para poder tocarla en cualquier momento, un sencillo acompañamiento de arpegios con acústicas, varias voces (que casi siempre teníamos a nuestra disposición ) y solo nos faltaba el violín, del que evidentemente no disponíamos, pero a pesar de que juega un papel importante en la canción, nosotros pasábamos obligados de él y no obstante triunfábamos entre nuestros fans.
Put Your Head On My Shoulder (1958)
Pon tu cabeza en mi hombro y arrópame con tus brazos.
Hay cosas con las que uno soñaba cuando era adolescente. Una de ellas era que, cuando encontrara a la chica de mis sueños en la disco, sonara esta canción (Put your head on my shoulder) y entonces al mirarnos a los ojos, desearíamos bailar juntos y entonces ella pondría su cabeza en mi hombro y me arroparía con sus brazos.
Pero lo cierto es que en las contadas veces que fui a la disco nunca apareció la chica de mis sueños y si apareció no quiso bailar conmigo, ni sonó la canción (no la pinchaban mucho por aquel entonces) y las chicas difícilmente ponían la cabeza en tu hombro y mucho menos te arropaban con sus brazos. Más bien colocaban sus manos en tu nuca, de tal manera que sus brazos formaban una barrera infranqueable entre tu cuerpo y el suyo. Ciertamente eran otros tiempos en los que había que guardar las distancias y huir del pecado. Lo importante era el recato.