La música de mi vida

Era un tío pegado a una flauta, que como el flautista de Hamelín nos tuvo embelesados. Igual nos sucedió con aquella portada que mostraba a ese ser tan siniestro denominado Aqualung. Ese tío pegado a la flauta no era otro que Ian Anderson, alma mater de Jethro Tull.

Se dice, se cuenta, que como Iam no quería ser un mediocre guitarrista, aprendió a tocar la flauta en cinco meses, para convertirla en un icónico instrumento de su banda. Lo cierto es que si uno piensa en Jethro Tull le viene la imagen de Ian Anderson tocando la flauta, como si fuera un flamenco, apoyado sobre una sola pierna.

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Hay canciones que se recuerdan por varias cosas. Es lo que me sucede con Acualung de Jethro Tull que, al margen de sacar a la luz muchas de las experiencias de aquellos años en la Laboral de Cheste, siempre que la escucho me viene a la mente la portada del álbum del mismo nombre en el que fue publicada.

Acualung, es ese sombrío personaje de dedos grasientos y sucias ropas raídas, es ese vagabundo que se seca bajo el frío sol mientras los mocos le caen por la nariz, es ese pedófilo que se sienta en el banco de un parque, para observar a las muchachitas con perversas intenciones.

La portada de Acualung siempre me aterrorizó, me recordaba a alguno de esos malvados personajes de Dickens. Pero en fin, la música puede sobre la iconografía y adoro la canción. Fue una canción y un álbum mítico, aunque yo no pueda olvidarme de su portada.

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